Cuanto antes podamos conocer nuestras luces y sombras, antes podremos descubrir el «para qué» de todo lo que nos ha hecho ser lo que somos, desvelándonos progresivamente nuestro propósito vital.
En este proceso de entendimiento, no obstante, se tiene que dar una forma de rendición, de aceptación total respecto a nuestro pasado, que no tiene que ser olvidado sino perdonado. Sin este perdón, no es posible pasar a la otra orilla.
Tarde o temprano, tendremos que dejarnos en paz.