Trabajar por obligación será siempre morir un poco.
Enriquecer a otros, obedecer a jefes repugnantes, correr para no llegar atrasado, fingir sonrisas, recibir sueldos de hambre: todo mata. Perder momentos de amor y placer, de ocio y creatividad, y olvidar la posibilidad de imaginar mañanas totalmente distintas, es la condena a la que nos someten los amos de todos los tiempos y colores. Ser un/a trabajador/a ejemplar y aguantar sin chistar nunca será señal de orgullo. No seremos esclavos felices.
Queremos reconquistarnos, exigimos la Vida. Y si algo tiene que morir, eso es el orden de explotación que nos somete.
¡Salud y Libertad!