Me has florecido la vida, me has florecido la piel. Ahora siento que doy frutos cada vez que te me acercas. Ahora me siento bella cada que vienes y te paseas por mis ramas, las sacudes, te impregnas del olor a cítricos, a miel, a sal. Podría llamarte verano, playa, viento o sol. Podría decir que me quemas, me incendias y te gusta verme arder. Que frágil soy ante tus manos, que tibio me sabe el presente cuando lo dejas caer como lluvia tibia desde tu boca. Si pudiera pedir un deseo, sería que el “por siempre” nos dure más de una semana. Me has vuelto niña y me siento engreída y poderosa cuando tus ojos hurgan espacios que nadie más ha visto. Me has dado muerte para después proclamarme diosa y rezar en los altares de mi piel. Me has hecho el amor y deshecho los miedos al compás de tu respiración. Estoy vestida de risa y sin ropa. Me has florecido la vida y ahora mis venas cuentan los secretos de tus latidos en mí.